Tengo un diagnóstico, no un pronóstico

Chus – 22-06-16.

Me ha costado, pero nunca es tarde para contaros…

Fuera de las expectativas, hoy empiezo la fase de radioterapia. Cuando hace siete meses me diagnosticaron un cáncer de mama con metástasis en pulmón, en hígado y en múltiples huesos, los médicos ni siquiera se atrevían a valorar esta posibilidad que entonces aparecía tan lejana e, incluso, inalcanzable. Quedan atrás meses de dolores físicos, de insomnio, de ansiedad, de miedos, de bloqueos, de momentos duros… y también de otros muchos buenos, siempre luchando, y con una permanente sensación de aprendizaje. Han pasado seis ciclos de quimioterapia, una mastectomía radical con vaciado de axila y actualmente tratamiento hormonal, anticuerpos, y a la espera de comenzar mis 25 sesiones de radioterapia.

Llega un punto en que te acostumbras a mirar hacia delante, sin pensar en nada más. Y hoy, cuando me enfrento a esta nueva fase del tratamiento, miro también hacia atrás y me sigo sorprendiendo al reflexionar sobre todo lo que he pasado ya y los cambios que he ido dando en mi vida. Desde el primer día aposté por participar activamente en este proceso, y aunque estaba aterrada y a veces no podía dejar de pensar en lo que podía significar esta enfermedad, conseguí no paralizarme: yo tiraba del carro, y mi familia, amigos y pareja me empujaban sin descanso. Comencé a buscar información sobre qué podía hacer yo como paciente para sumar al tratamiento, y decidí dar diferentes pasos: cambiar la alimentación, no dejar de hacer deporte aunque fuera a otro nivel, e intentar proyectarme y visualizarme curada plenamente. Los meses de quimioterapia, pese a su dureza, traté de estar concentrada y fuerte, enfocada en la meta; y cuando pasé esa fase, sentí por momentos que perdía el objetivo y me vi impotente, indefensa, sin camino.

Tal vez fue ahí cuando fui consciente de que mi diagnóstico era importante, también quizás porque los médicos no perdían ninguna oportunidad en seguir recordándomelo. Y entre medias del túnel, justo en ese momento, fue cuando aparecieron Raúl, Ruth, Germán y Rocío,quienes con su experiencia me están ayudando a sacar el máximo aprovechamiento de mi estancia en el monasterio. Porque realmente nadie elige entrar aquí, pero como dicen desde la asociación: aprovéchate del cáncer y crece. Y en ello estoy, aprendiendo para ser capaz también de ayudar con todo lo que estoy viviendo.

¿Y cuál es mi diagnóstico ahora? Anatomía patológica de la mama y ganglios completa, sin rastro de enfermedad en pulmón y con los huesos recalcificándose; el hallazgo en el hígado, después de muchas pruebas, sigue siendo un enigma: tal vez incluso lo había tenido antes de la enfermedad. Y el día 4 de julio tengo nuevos resultados, y lo celebraremos con una tortilla de patatas que hará mi amigo Rubio. ¿Mi pronóstico? Como dicen Raúl y Rocío, la vida no te pone nada delante que no puedas superar. Por eso me veo viviendo libre de enfermedad, con una gran sonrisa en mi cara, y con todas mis células sanotas. Porque no soy una estadística, y nadie puede pronosticar el final de mi vida.

P.D. Poco a poco os iré contando cosas de mí y de mi proceso. De momento centrada en la radioterapia y en los resultados del día 4 de julio.